Cada vez está mas claro que somos lo que comemos. Todas las estructuras de nuestro organismo se forman a partir de los componentes básicos de los alimentos que ingerimos: proteínas, grasas e hidratos de carbono, de la misma manera que durante el crecimiento intrauterino, se formaron a través de los alimentos ingeridos por la mamá.
Somos lo que comemos
Así es muy fácil ver la relación que existe entre una buena alimentación y un organismo sano, y de la mala alimentación y las enfermedades como hipertensión, diabetes, gota o hipercolesterolemia.
Y podríamos profundizar aún más este concepto diciendo que somos COMO comemos. La forma de alimentarnos tiene una estrecha relación con la salud y la enfermedad. La alimentación es una necesidad, que debe ser realizada en forma ritual, respetando los horarios de las comidas y los ayunos entre éstas. No se come por aburrimiento ni por ansiedad. No se come parado frente a la heladera, ni paseando por la casa. La hora de la comida debería ser el momento de reunión familiar, para compartir las vivencias del día, conocer las actividades realizadas por nuestros hijos, es decir una buena oportunidad para el diálogo y la comunicación familiar.
Ambas premisas: QUÉ y CÓMO comemos, en los niños están determinadas en un 100% por la enseñanza de los padres.
· Ningún bebé de 4 meses decide comenzar a comer por sí mismo.
· Ningún bebé de 6 meses decide comenzar a comer helado, postrecitos o flan en lugar de puré de calabaza o espinaca.
· Ningún bebé de 1 año decide comer galletitas, chocolates o caramelos 3, 4 ó 5 veces por día.
Si la salud está determinada en gran medida por la alimentación, y los chicos aprenden a comer lo que los padres les enseñamos, entonces somos los padres los responsables de la salud futura de nuestros hijos. Si vos le ofrecés a tu hijo algún alimento que a vos no te gusta, y él lo rechaza, seguramente vas a decir “viste, yo estaba segura que no te iba a gustar”. En cambio si le ofrecés un alimento que vos sabés que es muy importante y nutritivo, entonces vas a insistir tantas veces como sea necesario hasta que lo acepte.
Los alimentos que tu hijo no haya probado los primeros tres años de vida, difícilmente los vaya a probar el resto de su vida infantil. De modo que si vos no le ofrecés a tu bebé alimentos sanos, esenciales y necesarios como pescado, frutas, verduras o cereales, estás hipotecando su salud.
Lactancia materna
Amamantar es el acto más natural, sano y maravilloso de la vida. Protege al bebé física y emocionalmente, favorece su crecimiento y crea un vínculo madre-hijo profundamente amoroso (generador y receptor de amor).
La leche materna, no es sólo un alimento, es un órgano vivo, en su interior se encuentran células vivas, que luego de formar parte del organismo de la madre, van adaptándose al bebé, reforzando sus defensas, madurando su mucosa intestinal, respiratoria y su piel. Tiene anticuerpos que tapizan las mucosas del bebé haciéndolas más resistente a las infecciones:
Tiene inmunomoduladores, que regulan la intensidad de la respuesta de las defensas del niño, para que no sean deficientes ni exageradas ante las agresiones externas.
Aporta hormonas que le indican al intestino a qué velocidad moverse, cuánto y qué absorber de la leche, para que no se constipe o no elimine nutrientes necesarios.
Tiene aminoácidos, proteínas y ácidos grasos esenciales, que no pueden ser aportados por ninguna fuente artificial de alimentación. Tiene el contenido de hierro más alto y la mayor tasa de absorción de este hierro, para evitar la anemia del recién nacido. Por el contrario, la leche de vaca no solamente tiene menos hierro, sino que además sus proteínas inhiben la absorción del hierro, y producen una inflamación intestinal, con microhemorragias, que hacen perder el hierro que la madre le aportó a su bebé durante el embarazo.
El pecho sabe a quien está alimentando y qué darle en cada momento de su evolución, esto quiere decir que la leche que se produce para un prematuro es distinta a la de un bebé de término, aportándole aquellos nutrientes que no recibió de la madre a causa del parto prematuro. La leche materna es distinta al mes, a los tres meses, a los seis meses y al año. Se producen cambios paulatinos en la concentración de proteínas, hidratos de carbono y ácidos grasos poliinsaturados, respondiendo a los cambios en las necesidades del bebé en cada etapa.
Favorece el vínculo madre-hijo, esta relación de ida y vuelta hace que ambos se beneficien, la mamá se fortalece emocionalmente, porque siente que le está dando a su hijo LO MEJOR QUE ÉL PUEDE RECIBIR, y el bebé le devuelve con su mirada amor y un agradecimiento incomparables.
Todo esto puede demostrarse fácilmente ya que está comprobado que el bebé alimentado a pecho tiene un apego más precoz y fuerte con su madre, sufre menos infecciones y más leves que los bebés que no recibieron pecho, tienen menos problemas de alergia, de constipación, de cólicos o gases. Tienen menos problemas de piel (dermatitis), duermen mejor, crecen y maduran más adecuadamente.
Y por si esto fuera poco, disminuye la posibilidad del suceso más grave y atemorizante que puede sufrir un recién nacido: la muerte súbita neonatal.
Los mitos negativos de la lactancia son el principal riesgo para el fracaso, y estos mitos en general son aportados por mamás frustradas en su lactancia. Hace unos veinte a treinta años, en nuestra sociedad estaba mal visto dar de mamar y eran los mismos médicos los encargados de transmitir esto y favorecer la lactancia artificial.Las mamás que no dieron de mamar (ahora abuelas) tienen muy incorporado todo lo que les dijeron acerca de la lactancia y lo transmiten cada vez que pueden. Vamos a derribar algunos de estos mitos.
HAY MAMÁS QUE AUNQUE QUIERAN, NO PUEDEN DAR DE MAMAR.
Falso. Todas las mamás están en condiciones de dar de mamar. No existen leches pobres, flacas ni aguadas. ¡Todas las leches son iguales!
PECHOS PEQUEÑOS PRODUCEN MENOS LECHE.
Pechos pequeños, medianos o grandes tienen la misma posibilidad de producción de leche. La leche se fabrica en los alvéolos mamarios. Un pecho muy pequeño puede albergar aproximadamente 50.000 alvéolos. Uno muy grande tiene… ¡50.000!, es decir que no importa el tamaño del pecho para producir leche.
LOS BEBÉS QUE TOMAN PECHO SE DESPIERTAN MUCHO MÁS DURANTE LA NOCHE.
Los niños alimentados a pecho pueden dormir toda la noche sin despertarse. Si el bebé está bien alimentado y tiene una buena higiene del sueño (leé el capítulo “el sueño normal”) a los tres meses puede dormir hasta ocho horas nocturnas, tomar la teta y dormir tres a cuatro horas más.
Comienzo de semisólidos
¿Cuándo un bebé está en condiciones de comenzar a comer papillas? Para poder comenzar a comer tu hijo debe cumplir con dos pautas madurativas muy importantes:
· Debe estar sentado bien firme y sosteniendo la cabeza.
¿Qué recuerdo va a tener tu bebé de la alimentación si está luchando con su cuerpo para poder mantener la cabeza derecha, para no caerse para los costados, mientras recibe las primeras papillas? Los esfuerzos que realiza para mantenerse erguido van a empañar las sensaciones positivas y placenteras del aprendizaje de la alimentación.
· Debe tener disminuido el reflejo de succión y eyección de la lengua.
Cuando a un bebé menor de 6 meses se le acerca algo a la boca, efectúa un movimiento reflejo (no es voluntario) con la lengua que permite la extracción de leche del pecho o de la mamadera, pero en el caso de las papillas lo que logra es sacarlas para afuera. La mamá insiste, el bebé continúa escupiendo, y lo que debería ser una experiencia positiva y agradable termina convirtiéndose en una lucha.
LA MAYORÍA DE LOS MENORES DE 6 MESES NO ESTÁN EN CONDICIONES MADURATIVAS PARA COMENZAR A COMER.
Una vez que tu hijo cumplió estas metas (en la mayoría de los casos alrededor de los 6 meses), podés comenzar a ofrecerle papillas.
No importa cuánto coma, sino cómo coma. Debe relacionarse bien con la comida.
Si un día le das a tu bebé un sonajero y él lo revolea, ¿vas a insistir hasta que se ponga a llorar o lo vas a guardar y ofrecer otro día para ver si le interesa?
La mayoría de las mamás, cuando empiezan con las papillas, insisten hasta que el bebé se pone a llorar, cuando en realidad deberían permitir que juegue y conozca la comida con todos los sentidos, no solo el gusto.
Ofrecele la papilla una sola vez por día, y elegí un momento en el cual te puedas dedicar exclusivamente a él, sin interrupciones ni interferencias.
Los rituales predecibles son fundamentales para los chicos, éstos ayudan a organizar las funciones biológicas, por ejemplo: si tu bebé come todos los días a la misma hora, espera la comida y realiza la digestión mejor que si come a horarios cambiantes.
Elegir la cena es un buen momento, ya que ayuda a organizar el sueño. Si tu bebé cena todos los días a la misma hora, luego se baña, toma la teta y se va a dormir; la cena prepara a su cerebro para el sueño nocturno.
Como tu bebé está acostumbrado a un alimento líquido, las primeras papillas deberían ser bien blandas para que la diferencia con la leche no sea tan importante, por este motivo las papillas pueden diluirse con leche materna o maternizada.
Debe estar sentado cómodamente, debe ver el plato con la papilla y todos tus movimientos al preparar y servir la comida.
Al principio va a tragar muy poco, la mayor parte de la comida va a terminar en su pelo y su ropita. A medida que pase el tiempo, va a ir aprendiendo.
¿Cuáles son las mejores comidas para comenzar?
Tu bebé está acostumbrado a la leche que es un alimento dulce, si comenzamos con papillas dulces, seguramente le van a gustar. Pero si aprende a comer papillas dulces, luego va a ser muy difícil que acepte las papillas saladas que son las verdaderamente nutritivas y más necesarias (ojo, digo papillas saladas para diferenciarlas de las dulces, pero a las papillas de los bebés no hay que agregarles sal, la sal hace mal). Por eso yo te recomiendo que comiences con papillas saladas, y una vez que tenga sus papillas favoritas, que las disfrute y las reconozca, entonces podés incorporarle papillas dulces.
Primeras papillas
Las primeras papillas deben ser de fácil digestibilidad y caseras (para que no contengan saborizantes, conservantes ni otros químicos).
El intestino de los menores de 1 año es inmaduro y absorbe las proteínas sin digerirlas, que luego pueden producir alergias, entonces los alimentos muy alergénicos como el chocolate, tomate, frutilla, kiwi, pescados y mariscos o clara de huevo hay que ofrecerlos luego del año de vida.
La miel puede transportar esporas de botulismo (enfermedad gravísima). La acidez del estómago de los mayores de 1 año las destruye, pero en los menores de 1 año la acidez gástrica no es suficiente, por lo tanto, hasta esta edad no deben recibir miel pura.
Las proteínas de la leche de vaca también son absorbidas sin digerir y actualmente se sospecha que son la principal fuente de alergia en la infancia. Además producen una inflamación crónica de la mucosa del intestino, con pérdida de glóbulos rojos, produciendo anemia.
Los menores de 1 año no deben tomar leche de vaca. Deben recibir lecha materna o maternizada.
Papillas que debe recibir tu hijo de los 6 a los 7 meses.
Puré amarillo: herví unas rodajas de zapallo anco sin cáscara y/o zanahoria. Procesalo, agregale aceite o yema de huevo duro pisado (le mejoran el gusto y aumentan las calorías). Luego diluílo con la leche que toma tu bebé.
Polenta, vitina o avena: como estos alimentos requieren cocción, y la leche maternizada no se puede cocinar, se deben preparar con caldo de verduras, y luego diluíla o enfriala con la leche de tu bebé.
Mezcla de cereales precocidos: trigo y miel (esta miel tiene un proceso de pasteurización y cocción que destruye las esporas del botulismo), maíz, tres cereales, arroz (cuidado con éste que es muy constipante, si a tu bebé le cuesta hacer caca deberías evitarlo por un tiempo, se puede usar cuando tiene diarrea).
De los 7 a los 8 meses.
Puré verde: herví acelga, espinaca, brócoli o zapallito (sin las semillas), hasta que estén bien tiernos, procesalos y mezclalos con aceite, yema de huevo duro, salsa blanca, queso crema, o la leche que toma el bebé.
Legumbres: arvejas o lentejas bien hervidas (se pueden saltear en aceite con ajo o cebolla picada) procesadas y mezcladas con su puré favorito.
Carne, pollo o hígado: Bien cocidos a la plancha, procesados y mezclados con su puré favorito.
Si la carne está jugosa quiere decir que la temperatura de cocción en su interior no superó los 80 grados centígrados. Para que las bacterias que habitualmente se encuentran en la carne se destruyan, es necesario cocinarla a más de 80°C. Estas bacterias son las causantes de las diarreas hemorrágicas más severas y del Síndrome Urémico Hemolítico. Si vos cortás un trozo de carne, y el plato se moja con jugo, quiere decir que hay bacterias y que tu hijo se puede enfermar. De modo que la carne para los chicos debe estar seca como mínimo hasta los 6 años.
Fideos de sémola: munición o cabello de ángel cortaditos, con aceite, manteca o crema.
Una vez que tu hijo tiene sus papillas favoritas, que las disfruta y espera, podés ofrecerle dulces. ¿Qué dulces? Observá la pirámide de la nutrición y respondé estas preguntas:
¿En que escalón están las frutas?
¿En que escalón están los lácteos (yogurt, postres o flan casero)?
¿En que escalón están las galletitas, postrecitos hechos con grasas saturadas y golosinas?
Exactamente: el mejor postre es una buena fruta. Si vos le enseñás a tu hijo a disfrutar el dulce de la fruta, no va a necesitar los postrecitos superdulces e industriales que no son sanos. También podés darle yogurt, flan o postres caseros de vainilla.
Tené en cuenta que la leche materna (o maternizada) es el principal alimento durante el primer año de vida, es por ello que a los bebés se los denomina lactantes hasta que cumplen un año.
Recordá que no importa cuánto coma tu bebé al principio, sino que se relacione bien con la comida. Para este aprendizaje es bueno dejar que juegue con la papilla, que la toque, se ensucie, que descubra los distintos sabores, colores y texturas.
Inclusive te recomiendo que aproveches el comienzo de la alimentación de tu bebé para cambiar los hábitos alimentarios de tu familia, te vas a dar cuenta de que el sacrificio vale la pena.
Una buena alimentación
¿Qué significa comer sano? Los alimentos que ingerimos deben guardar un equilibrado balance entre fibras, azúcares, proteínas de origen animal y no animal y grasas poliinsaturadas. Aunque parezca tarea complicada, es bien sencillo si respetamos la pirámide de la nutrición.
En la base están los alimentos que debemos comer en mayor proporción: cereales, pastas, arroz, panes integrales.
Un escalón más arriba productos de la tierra: frutas, verduras, legumbres y hortalizas.
El tercer escalón es para los productos animales: pescado, carnes, aves, huevos, lácteos (a partir de los dos años todos los lácteos deben ser descremados)
En el vértice de la pirámide están los alimentos que debemos evitar: azúcares y grasas saturadas (galletitas, chocolates, y pastelería en general).
El líquido que los chicos deben ingerir tiene que ser agua o leche, ya sea durante la comidas o en los intervalos entre éstas.
Si vos le ofrecés a tu hijo un vaso de agua y él lo rechaza, quiere decir que su cuerpo no necesita más líquido, en cambio si le ofreces un jugo o una gaseosa, se lo va a tomar porque es rico, quitándole el apetito para la próxima comida y aumentándole la posibilidad de caries.
El jugo de soja posee unas sustancias naturales denominadas fitoesteroles, que podrían interferir con algunos procesos hormonales del organismo. Si bien esta relación aún está en estudio, la Sociedad Argentina de Pediatría recomienda no ofrecer jugos ni porotos de soja a menores de cuatro años.
En muchas ocasiones los chicos utilizan la comida para manejar a los padres y así llamar su atención. Si los padres entran en este juego y se preocupan de más, entonces la pulseada la ganará el hijo.
Si un chico no come el almuerzo, porque está cansado, con sueño o enojado, la mamá piensa: le tengo que dar algo nutritivo (porque no puede estar con el estómago vacío) y le ofrece un postrecito o un chocolate. Estos dulces (último escalón de la pirámide) le quitan la posibilidad de recuperar en la próxima comida lo que no comió en la anterior, además ¡lo estás premiando por no comer lo que debía! Si tu hijo no quiere comer la comida tendrá que esperar hasta la próxima, entonces sí va a recuperar lo que no comió. También aprenderá que en tu casa la que manda sos vos y que tiene que hacerte caso. Se come la comida que prepara mamá, respetando los horarios establecidos y nada durante los intervalos.