N- Diccionario de enfermedades

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Narcolepsia

La narcolepsia es un trastorno neurológico producido por un control inapropiado sobre el sueño profundo. La persona afectada puede sufrir de sueños repentinos, en situaciones inapropiadas, sufriendo pérdida del tono muscular y teniendo sueños muy reales.

Este cuadro puede evolucionar hacia la cataplexia, que es la pérdida repentina del tono muscular, pudiendo llegar a caer al piso y ser confundido con un síncope. Si el paciente está solo, al caer, puede continuar durmiendo en el piso. Los pacientes con narcolepsia pueden sufrir de episodios de parálisis del sueño: cuando están comenzando a quedarse dormidos, pero aún despiertos, sufren de una parálisis muscular que les impide todo movimiento. Esta parálisis puede ocurrir también al despertar.

Al dormir suelen presentar sueños muy reales que son confundidos con alucinaciones, y suelen aparecer antes de quedar dormido.

Si bien la narcolepsia comienza en la adolescencia, se suele tardar varios años en hacer el diagnóstico, por lo cual la mayoría de los enfermos son adultos jóvenes. Como los adolescentes con narcolepsia suelen tener trastornos emocionales y de conducta, suelen estar en tratamiento psiquiátrico antes que neurológico, lo que retrasa el diagnóstico y el tratamiento adecuado.

 

Tratamiento de la narcolepsia:

 

1. Es fundamental la educación de la familia y del personal escolar para que sepan responder adecuadamente a los episodios de narcolepsia.
2. Establecer una rutina de sueño-vigilia que debe ser respetada lo más posible.
3. Incentivar las siestas frecuentes durante la tarde.
4. Se puede administrar medicación estimulante como metilfenidato, dextroanfetamina o modafinil.

Neumonía

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El aparato respiratorio está expuesto a la agresión de los virus y las bacterias. Si éstos ingresan al organismo, son capaces de producir una infección. De acuerdo a la región del aparato respiratorio que se vea más afectada, se tratará de una laringitis, bronquitis, bronquiolitis, neumonitis o neumonía.

 

La neumonía es la infección de los alvéolos pulmonares. En el alvéolo pulmonar es donde se realiza el intercambio gaseoso, es la zona más importante y delicada del árbol respiratorio, por este motivo la neumonía es una de las infecciones respiratorias más severas. Generalmente produce fiebre muy alta, importante decaimiento, cansancio, tos intensa habitualmente con expectoración y dificultad para respirar con taquipnea (aumento de la frecuencia respiratoria).

 

Aquellos niños expuestos al humo del cigarrillo, tratamientos con corticoides, ausencia de lactancia materna, vacunación incompleta, prematuros o con antecedentes de broncoespasmos a repetición, tienen mayor riesgo de sufrir una neumonía. El contagio es directo, al igual que el resto de las infecciones respiratorias, al recibir los gérmenes eliminados al hablar o toser por una persona que se encuentra incubando o sufriendo la infección. También existen portadores sanos, capaces de contagiar sin enfermarse.

Cuando un médico sospecha una neumonía en base a los síntomas presentes, es importante realizar una radiografía de tórax para confirmar el diagnóstico, comprobar la extensión de la misma y descartar la presencia de complicaciones como el derrame pleural, la atelectasia o la cavitación.

La neumonía es una enfermedad severa que debe ser tratada con antibióticos. De acuerdo a la edad del niño y la extensión de la infección en ocasiones es necesario internarlo, para administrar oxígeno, antibióticos endovenosos y control médico más cercano.

Existen distintas vacunas capaces de disminuir la posibilidad de sufrir una neumonía.

La vacuna conjugada se puede administrar junto con la vacuna séxtuple a los dos, cuatro y seis meses de vida y protege contra siete tipos de neumococo.

En los mayores de 2 años se puede administrar una vacuna contra 23 tipos se neumococos. Conocé más sobre esta vacuna, clickeando acá.

Neumococo / meningococo

Enfermedad Meningocóccica:

El meningococo (neisseria meningitidis) es un bacteria que produce enfermedades invasivas graves (meningitis, sepsis, meningococcemia).

Existen 13 serogrupos distintos. Cuatro de ellos (A, B, C y W135) son reconocidos como causa de epidemias.

Las mayores epidemias en Asia y África subsahariana (cinturón de la meningitis) se asocian a los serogrupos A y C. Los brotes se inician en las estaciones secas y finalizan con el comienzo de las lluvias.

Los serogrupos B y C se observan con frecuencia en Europa y América.

En Argentina, predominan los serogrupos B y C. Entre los años 1992 y 1994, un brote de enfermedad invasiva por N. meningitidis B afectó a varias provincias.

El ser humano es el único reservorio del meningococo.

Se transmite de persona a persona, a través de las secreciones respiratorias, ya sea de un portador asintomático o en menor medida de un enfermo. El enfermo tratado con antibióticos adecuados (cefalosporinas de 3° generación) no contagia a partir de las 24 hs. de iniciado el tratamiento.

El contacto generalmente es cercano y prolongado.

Contacto cercano: incluye un miembro de la casa, guardería, jardín maternal, colegio, universidad o comunidades semicerradas, en contacto con un paciente con enfermedad meningocóccica, por más de 4 hs. diarias, durante 5 días en una semana; o cualquier persona expuesta directamente a las secreciones orales del enfermo (besos, estornudos o tos, compartir utensillos de comida, realizar maniobras de reanimación sin protección, etc.)

Normalmente el meningococo se encuentra en la mucosa nasal y faríngea del 1 al 15 % de la población. En los convivientes de un enfermo puede superar el 30%. Factores como la inhalación de humo (tabaco activo o pasivo, carbón, leña, etc.) incrementan la portación. Se han descrito brotes de enfermedad meningocóccica luego de epidemias de gripe.

El hacinamiento y las malas condiciones higiénicas favorecen la diseminación de la enfermedad.

La inmunidad natural se desarrolla como resultado de la portación asintomática de meningococos. Algunas bacterias que normalmente colonizan el intestino poseen antígenos, que son inmunológicamente similares o idénticos a los del meningococo y por lo tanto confieren inmunidad natural.

La inmunidad activa se logra mediante la aplicación de vacunas.

El meningococo afecta principalmente a niños menores de 5 años.

Es una enfermedad potencialmente fatal y siempre debe considerársela como una emergencia infectológica.

Se producen casos aislados de enfermedad meningocóccica durante todo el año (endemia) y ante situaciones especiales aumentan los casos produciéndose epidemias. Para definir una epidemia debe haber más de 10 casos por 100.000 habitantes, en un área determinada, existiendo relación epidemiológica entre los casos y con predominio de un serogrupo. También se considera brote cuando la incidencia por edad de una determinada región se duplica.

 

PREVENCIÓN

I- Quimioprofilaxis postexposición

Pocas enfermedades infecciosas causan tanta alarma en la población general y en los profesionales de la salud, como la infección meningocóccica.

La posibilidad de contagio para los contactos en el hogar se estima en 4 casos por mil personas expuestas, la cual es 500 a 800 veces mayor que la posibilidad para el total de la población no expuesta. Una situación similar ocurre con los contactos en jardines maternales.

A aquellas personas que han cumplido criterios de contacto cercano, se les indica quimioprofilaxis. Ésta es capaz de prevenir que un contacto que haya sido colonizado enferme. No previene la meningitis si el contacto ya está incubando la infección. El objetivo es erradicar los portadores del meningococo y evitar la aparición de casos secundarios.

No está justificado realizar cultivo de la secreción nasofaríngea para determinar la indicación o no de quimioprofilaxis.

La rifampicina es la droga de elección para niños, pero hay alternativas para adultos y embarazadas como las cefalosporinas de tercera generación (ceftriaxona) o las quinolonas (ciprofloxacina).

 

Contactos en los que se indica quimioprofilaxis:

· Convivientes.

· Personas que con frecuencia comen o duermen con el enfermo.

· Contacto en jardines maternales, en los 7 días previos.

· Exposición directa a las secreciones del paciente a través de besos, compartir alimentos, bebidas, cepillo de dientes, etc.

· Reanimación boca a boca.

 

NO SE RECOMIENDA QUIMIOPROFILAXIS EN:

· Contacto casual: sin exposición directa a las secreciones orales del enfermo (compañeros de escuela o trabajo).

· Contacto indirecto: sin contacto con el enfermo.

· Personal de salud sin exposición directa a las secreciones orales del paciente.

No se justifica cerrar las escuelas o indicar profilaxis a todo el colegio o el jardín maternal.

Las personas expuestas deben ser observadas y evaluadas en caso de enfermedad febril.

VACUNACIÓN

Existen dos tipos de vacunas: polisacáridas y conjugadas. Las vacunas conjugadas pueden aplicarse a menores de 1 año, e inducen memoria inmunológica, lo cual significa que los anticuerpos podrían durar toda la vida, mientras que las vacunas polisacáridas se aplican a mayores de 2 años y los anticuerpos protegen por unos 5 años.

 

VACUNAS POLISACÁRIDAS

Existen combinaciones contra los serogrupos A, B, C, W135 e Y (monovalentes, bivalentes, tetravalentes) indicadas para niños y adultos.

En Argentina, estas son las vacunas disponibles en el mercado:

Vacuna Antimeningococo AC

(polisacárida antimeningocóccica de los serogrupos AC). Se indica una dosis, a partir de los 2 años de edad, vía subcutánea (SC) o intramuscular (IM) en región anterolateral del muslo o región deltoidea.

Si el brote es por serogrupo A, puede indicarse a partir de los 6 meses de edad. En esta situación, se recomiendan 2 dosis separadas por un intervalo de 3 meses.

Cuando ocurre un caso esporádico, en los contactos mayores de 2 años puede recomendarse esta vacuna, dado que los casos secundarios pueden presentarse varias semanas después de la aparición del caso índice.

Vacuna antimeningococo BC

Es una vacuna con menor índice de respuesta y menor duración de los anticuerpos que la antimeningococo AC. Se puede administrar a mayores de 4 años en caso de epidemia, si no recibieron la AC.

Control de epidemia:

Se deben tener en cuenta las recomendaciones de las autoridades sanitarias, de acuerdo a la cepa prevalente y al grupo etáreo más afectado. Se estima que una campaña masiva de vacunación, implementada inmediatamente, puede evitar el 70% de los casos.

En caso de riesgo verdadero puede administrarse a mujeres embarazadas.

La protección que proveen las vacunas de polisacáridos es de 3 a 5 años. En poblaciones donde persisten situaciones de riesgo, está indicado revacunar a los 3 años.

La eficacia protectora se logra a partir de los 7 a 10 días de su aplicación.

La vacuna bivalente AC es segura y eficaz (85-90%) en niños mayores de 2 años y adultos. El componente A induce respuesta inmune a partir de los 3 meses de edad con una efectividad del 88%.

No hay una vacuna disponible para el serogrupo B con eficacia y seguridad demostrada.

Los efectos adversos son poco frecuentes e incluyen:

Locales: dolor, eritema, edema e induración, de uno a dos días de duración. Con la vacuna BC pueden aparecer petequias en el sitio de la inyección.

Generales: irritabilidad, hipertermia, vómitos, diarrea, cefalea, mialgia, linfadenopatía.

Si bien son poco frecuentes, con vacuna BC se han notificado síndrome purpúrico con o sin poliartritis, síndrome de colapso o shock con hipotonía y/o hiporrespuesta, convulsiones, encefalopatía.

 

CONTRAINDICACIONES

-Enfermedad aguda o procesos febriles con compromiso del estado general.

– Hipersensibilidad a alguno de los componentes del producto.

– Antecedente de reacción grave con la 1° dosis de vacuna.

– Para vacuna BC: mal convulsivo, enfermedad purpúrica.

Pueden aplicarse simultáneamente con otras vacunas en uso, teniendo la precaución de utilizar sitios diferentes de inyección.

 

VACUNAS CONJUGADAS

 

Neisvac C

Recientemente ha sido autorizada una vacuna conjugada monovalente contra el serogrupo C. Se utiliza a partir de los 2 meses de edad.

En niños menores de 12 meses se indican 3 dosis. La primera luego de los 2 meses de edad y con un intervalo mayor a un mes entre las dosis (puede aplicarse junto con la séxtuple a los 2, 4 y 6 meses de edad). Se utiliza la vía IM en región anterolateral del muslo.

· En niños mayores de 12 meses, adolescentes y adultos, una dosis única, IM en la región deltoidea.

El 100% de los niños vacunados entre los 12 y 17 meses de edad, desarrolló anticuerpos protectores al mes de recibir la vacuna. En el grupo de 2 a 4 meses, el 100% desarrolló anticuerpos protectores un mes después de la 2° dosis.

EFECTOS ADVERSOS

Locales: enrojecimiento, inflamación y dolor.

Generales: Cefalea, llanto, irritabilidad, somnolencia, náuseas, vómitos, diarrea, pérdida del apetito, fiebre, dolor de extremidades, linfadenopatías.

Pueden aplicarse simultáneamente con otras vacunas del calendario, en sitios diferentes.

Neumonitis o neumonía atípica

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El aparato respiratorio está muy expuesto a la agresión de virus y bacterias. Si éstos ingresan al organismo, son capaces de producir una infección. De acuerdo a la región del aparato respiratorio que se vea más afectada, se tratará de una laringitis, bronquitis, bronquiolitis, neumonitis o neumonía.

 

La parte funcional del pulmón (bronquios y alvéolos) está sostenida y protegida por el tejido intersticial. Existen virus y bacterias capaces de infectar al tejido intersticial produciendo una neumonitis o neumonía atípica. Esta infección produce fiebre moderada, tos seca muy intensa (como el proceso se produce fuera de los bronquios, habitualmente no existen secreciones), decaimiento, cefalea, dolores musculares y articulares.

 

Esta es una infección de leve a moderada, y es muy común que se tarde 4 o 5 días en llegar al diagnóstico. La inflamación presente alrededor de los bronquios puede producir broncoespasmo, por lo que parte del tratamiento es la administración de broncodilatadores. Es muy importante diferenciar a los cuadros virales de los bacterianos, ya que los virales se curan sin tratamiento en aproximadamente 7 a 10 días, mientras que los bacterianos se curan con antibióticos.

La neumonitis bacteriana suele presentar más fiebre y síntomas más intensos que la viral. Ésta es una de las claves para el diagnóstico diferencial.

Las dos bacterias que más frecuentemente producen neumonitis son la Klebsiela Pneumoniae y la Chlamidia. Ambas bacterias son poco agresivas, pero son resistentes a la mayoría de los antibióticos de uso común. Por este motivo, si un chico es medicado con los antibióticos más utilizados en pediatría (penicilina, amoxicilina, sulfas, etc.) tiene una mejoría parcial, pero al finalizar el tratamiento va a tener una recaída y comenzará nuevamente con fiebre. Los antibióticos indicados para esta infección son los macrólidos (eritromicina, claritromicina o roxitromicina)

Una vez que la fiebre ha desaparecido, la tos y el decaimiento son los últimos síntomas en mejorar (hasta 14 días), y el alta definitiva se da cuando el chico se siente bien como para retomar la actividad habitual.

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